¿Cómo está impactando en el consumo la aparición de productos con sellos negros en las góndolas? A este interrogante intenta darle una respuesta un relevamiento de la empresa Shopapp. De los resultados se desprende que la cantidad de personas que declaran leer etiquetas de los productos subió al 76%, siete puntos más que en el sondeo que se había hecho en febrero de este año. ¿Qué grupos explican este incremento? Los varones y el sector socioeconómico ABC1. También los consumidores de entre 30 y 49 años leen más las etiquetas que los de otras edades.

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De ese dato se infiere que la ley de etiquetado frontal sí tiene impacto sobre el comportamiento en la búsqueda de información nutricional por parte de los consumidores.

Nuevas costumbres

El 33% de los consultados declara haber cambiado sus hábitos en, al menos, una categoría desde la implementación de la ley. En promedio, la modificación de costumbres afectó a 3,3 categorías por consumidor. Las principales son: el consumo de galletitas dulces, de gaseosas, de mermeladas y de dulces untables.

De los que admitieron haber cambiado de hábitos, el 44 % dijo que cambió el producto que consumía habitualmente por otra marca que tuviera menos sellos negros. El 34% optó por otro producto de la misma marca, pero también con menos sellos negros. Y el 22% admitió haber dejado de comprar esa categoría de producto a causa de los sellos.

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Consultados sobre el criterio en base al que se decidió dejar de consumir un producto que antes se compraba, el 56% dijo que se apoyaba en el contenido que mostraban los sellos mientras que el resto lo hace por la cantidad de sellos que lleva el envoltorio. Y los ingredientes que más preocupan son las grasas saturadas y los azúcares.

Información

Respecto del conocimiento de la ley de etiquetado frontal, el 75% afirma haber escuchado hablar de la norma. A lo largo del tiempo, cuando se promulgó la ley, en diciembre de 2021, el 65% de los consumidores la conocía. Cuando se comenzó a implementar, en febrero pasado, el conocimiento subió al 70% y ahora está en cinco puntos más. En cuanto a los niveles de conocimiento, se mantienen similares a los registrados en febrero: solo un 28% declara saber bastante o mucho de la norma. La mayoría, el 55% dice conocer algo, y el resto, poco.

Respecto de los canales para informarse sobre temas de nutrición y de salud, los menores de 50 años lo hacen por redes sociales y los mayores de esa edad, por los medios masivos de comunicación.

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Para el 54% de los consultados la ley no modificó su interés por el aspecto nutricional de los alimentos. En cambio, el 26% dice que a partir de la implementación de la norma busca informarse más sobre este tema.

Acuerdo y desacuerdo

Sin embargo, el nivel de acuerdo con la ley de etiquetado ha caído marcadamente desde su implementación. Solo acuerda con ella el 67% de los consumidores argentinos, lo que implica 13 puntos menos que el acuerdo que se registraba en febrero último.

Entre quienes acuerdan con la ley, las razones se mantienen: la mayoría (43%) considera que ayuda a conocer mejor lo que comemos. En segundo lugar (21%) están los que creen que la ley va a obligar a las empresas a vender alimentos más sanos. El 19% cree que incrementa la libertad del consumidor. Y el 16% afirma que va a contribuir positivamente a resolver problemas como la obesidad o la mala nutrición.

En cuanto a los que no están de acuerdo, el 35% dice que no confía en que el modo de implementación se haga de modo correcto. El 34% no cree que la norma contribuya a corregir problemas como la obesidad o la mala nutrición. En menores porcentajes, algunos consumidores creen que la ley afecta la libertad de mercado (7%), que va a perjudicar a las empresas productoras de alimentos (6%) y que no es prioritario (6%)

Impacto

Ante la consulta de qué sintieron los consumidores al ver por primera vez los productos con los sellos negros en los envases, el 59% dijo que el impacto fue positivo, porque proveen más información nutricional. Para el 25% fue indiferente y solo un 13% sintió un impacto negativo.

Además, el 42% admite que recomendaría, sin problemas, a un amigo o familiar, un producto con sellos. El 39% dice que lo recomendaría según la cantidad de sellos que lleve el producto. Y solo el 19% no lo recomendaría. En esta actitud, un tanto relajada, se inscribe también otra respuesta: el 82% de los consultados dijo que comería los productos que dejó de consumir a causa de los sellos si se encuentra en un evento social como un cumpleaños o un viaje con amigos o familiares.

El relevamiento fue efectuado on line, en junio pasado, entre 1.000 consumidores argentinos ponderados por sexo, rango etario y nivel socioeconómico.